PORTAE LUCIS

Jean DUBUIS

El 6 de abril de 2010, Jean Dubuis dejó este plano de existencia a la edad de 90 años, para unirse definitivamente con los planos superiores que ya visitaba regularmente en el transcurso de lo que él mismo llamaba los “contactos de la noche”. "

Dejó inacabada la labor a la que se había consagrado desde una década. El objetivo de esa labor era brindar a toda persona interesada la posibilidad de volverse verdaderamente consciente de su dimensión espiritual. Con su partida nos dejó huérfanos de su sabiduría y de sus consejos, pero aún nos quedan sus enseñanzas. Seguramente serán necesarios varios años para que la riqueza inestimable de su enseñanza se difunda ampliamente a través del inconsciente colectivo de nuestro mundo materialista.

La asociación Portae Lucis seguirá difundiéndolas: es el compromiso que hemos tomado con el visionario excepcional que fue Jean Dubuis.



Un hombre, una enseñanza

Nacido en 1919 en el departamento francés de l’Oise, Jean Dubuis representa un caso particular dentro del cenáculo restringido de aquellos que buscan la verdad: fue un científico, pero también un Adepto en todo lo que concernía la alquimia y la Cábala.

En su labor como científico, Jean Dubuis desempeñó la profesión de ingeniero electrónico. La ocupación alemana vino a interrumpir sus estudios universitarios, pero tuvo la suerte de poder trabajar durante varios meses en el laboratorio de síntesis atómica de Ivry, dirigido por Frédéric Joliot-Curie. A partir de la liberación de Francia en 1945, su trayectoria le llevó a trabajar en empresas de radio-electricidad (como se les llamaba en aquel entonces), para terminar como ingeniero durante más de 30 años en la compañía IBM. Allí fue testigo y actor en la evolución de los ordenadores, desde los tubos electrónicos hasta los circuitos integrados, pasando por los transistores.

Como adepto del conocimiento espiritual, Jean Dubuis tuvo una experiencia iluminadora en el Monte Saint-Michel a la edad de los ocho años, experiencia a través de la cual le fue revelada la existencia de un mundo invisible. Gradualmente llegó a la convicción que el mundo invisible es aquello que sostiene el mundo visible. Desde ese momento Jean Dubuis no dejo de buscar el camino que lleva hacia ese mundo, explorando los textos de los Sabios Antiguos y sometiéndolos a su propia experimentación. Tanto el simbolismo como la Cábala y la alquimia son ciencias “tradicionales” que Jean Dubuis estudio y aplicó con un método riguroso, libre de cualquier forma de prejuicio.

Ya que era miembro de grupos filosóficos, Jean Dubuis empezó por dar una serie de charlas, foros y conferencias sobre la Cábala, particularmente sobre la estructura del ser humano y del Universo. Además, en las revistas de dichos grupos, comenzó a publicar desde principios de los años 1960 una serie de artículos sobre esos mismos temas: algunos de esos textos atravesaron el Atlántico y fueron publicados en revistas norteamericanas.

En el transcurso de sus charlas en público, las preguntas de los asistentes llevaron a Jean Dubuis al convencimiento que, tomando en cuenta el aspecto eminentemente tecnológico de nuestra cultura actual, una disciplina esotérica experimental y comprobable sería más apta como proposición para transmitir el mensaje a personas como los científicos que había conocido. Así, se puso a desarrollar un laboratorio de práctica alquimista, una ciencia de la cual sólo había estudiado la teoría hasta entonces. Sus escritos publicados en E.E. U.U. le habían permitido ponerse en relación con varios investigadores esoteristas norteamericanos, particularmente con la “Paracelsus Research Society” dirigida por el químico/alquimista alemán Albert Riedel (“frater Albertus”). Inspirado por su correspondencia con Riedel, Jean Dubuis tuvo la idea de llevar a cabo un curso de alquimia vegetal.

A su vez científico (en el sentido moderno del término) y experimentador en las “ciencias tradicionales”, Jean Dubuis se impuso en ese largo proyecto, así como en aquellos que realizó después, como un verdadero Iniciado, y al mismo tiempo como un excepcional Maestro, aliando la profundidad de sus conceptos con la sobresaliente claridad de sus explicaciones. Fue con el fin de difundir ese trabajo que, después de una serie de seminarios organizados junto con el alquimista italiano Augusto Pancaldi, tomó la decisión de crear la asociación “Les Philosophes de la Nature”, fundada en 1979, sobre la cual presidió durante doce años.

 


La asociación “Les Philosophes de la Nature”

Jean Dubuis hallaba que es indispensable brindar a toda persona sincera los medios adecuados para resolver el gran conflicto bajo el cual sufre nuestra sociedad actual: la dicotomía profundamente arraigada en nuestra cultura occidental entre el espíritu y la materia. Muchos viven esa dicotomía como algo molestoso, en vez de verla como una oportunidad para liberar su pensamiento.

Jean Dubuis constataba que las religiones, por un lado, se han inmovilizado en una posición que se ha vuelto precaria en vista de los avances de la ciencia; por otro lado, la ciencia rechaza casi totalmente el escrutinio del dominio espiritual, posiblemente porque teme descubrir elementos que puedan brindarles un nuevo impulso a las religiones.

Una de las primeras cosas que Jean Dubuis constató en sus estudios fue que el “libro de la creación”, que forma la base de la Cábala, contiene conceptos muy cercanos a aquellos de la ciencia actual. En efecto, dicho libro afirma que “toda la naturaleza no es sino la condensación de una única energía primordial”. Ese libro ha sido frecuentemente malinterpretado, ya sea por ignorancia o a propósito. Así, Jean Dubuis se esmeró en explicar la estructura del ser humano y del universo de una manera que fuera compatible con la visión científica como con la concepción cabalística. Así surgió su curso de Cábala, cuyo fin es presentar las bases que, una vez expuestas al escrutinio de la ciencia moderna, puedan esclarecer al Estudiante sobre el verdadero sentido de la vida, liberándolo de toda superstición. Esto implica, naturalmente, que el Estudiante emprenda al mismo tiempo una importante labor de reflexión y de examinación de sí mismo.

En sus intercambios con Albert Riedel, que había trabajado sobre el tema de “la Alquimia, o la Química de Dios” en los escritos de los Sabios Antiguos, Jean Dubuis encontró confirmado su trabajo sobre el enlace entre lo espiritual y lo material, entre la filosofía y la ciencia. Así, pues, se puso a estudiar los textos relacionados con ello y a verificar su contenido desde un punto de vista experimental. Efectivamente, en esos textos alquímicos encontró un discurso análogo a aquel del Libro de la Creación:  : «  "una energía única es la base de toda la creación. ». La alquimia puede servir como procedimiento para descubrir de manera experimental los aspectos tanto vivos como espirituales (es decir, no-materiales) de los distintos reinos de la naturaleza. Tal procedimiento le permite al Estudiante obtener una verificación cuantitativa y cualitativa de los resultados de sus experimentos. El trabajo de Jean Dubuis se cristalizó, así, en un curso de alquimia que trataba específicamente del reino vegetal; después otro sobre el reino mineral.

Luego, al darse cuenta que muchos Estudiantes eran demasiado ignorantes de los conocimientos simbólicos necesarios para verdaderamente comprender y dominar esas dos Vías, Jean Dubuis completó su enseñanza con un curso de esoterismo general.

Esos cursos fueron difundidos dentro del marco de la asociación “Les Philosophes de la Nature”. Toda persona interesada en estudiar una u otra de esas Vías podía volverse miembro de la Asociación con una contribución anual módica que le permitía abonarse a los cursos que deseaba seguir (con el solo requisito de haber terminado y practicado primero el curso de alquimia vegetal como pre-requisito para poder cursar el curso de alquimia mineral). Cada curso estaba compuesto de fascículos que se enviaban mensualmente a los subscriptores que podían, así, trabajar a su vez en la teoría y en la práctica, de manera progresiva y metódica. Además, el estudiante podía asistir a seminarios de práctica en laboratorio, y participar en foros que profundizaban esas enseñanzas.

Dentro de esa asociación no había ninguna jerarquía, ninguna distinción de grado. No se exigía ni secreto obligatorio ni juramento de obediencia. Ningún miembro recibía salario alguno, tampoco Jean Dubuis, ya que la asociación no debía nunca convertirse en una empresa comercial. No había ninguna obligación de asistir a las reuniones organizadas, ni de mostrar a los demás los frutos de su trabajo personal, ya que, como lo decía Jean Dubuis, « cada uno es hijo de sus obras ».  

Paralelamente a las actividades de la asociación francesa, Jean Dubuis siguió manteniendo sus contactos con los Estados Unidos. Una delegación de estadounidenses y canadienses vino a encontrarse con él en Francia para pedirle la autorización de traducir los cursos de la Asociación al inglés y de difundirlos. Jean Dubuis aceptó bajo condición que sus escritos nunca fueran usados para fines de lucro. Así fue creada una asociación estadounidense que llevaba el mismo nombre, “Les Philosophes de la Nature”. Aparte de asegurar la difusión de los cursos que habían traducido al inglés, la asociación norteamericana, muy activa, organizó varias reuniones en E.E. U.U. donde Jean Dubuis pudo venir a dar conferencias y seminarios ante un gran número de auditores.

Después de 12 años de funcionamiento, en el transcurso de los cuales Jean Dubuis había dado lo mejor de sí mismo y establecido relaciones privilegiadas con muchos miembros de la asociación, decidió quitar sus cargos y transmitir la antorcha de administración de la asociación para poder consagrarse más libremente a nuevas investigaciones, particularmente en el área de la relajación cerebral, de la cual los resultados iniciales, muy prometedores, pudo compartir con algunos miembros que vivían cerca de su domicilio. Desgraciadamente su sucesor no estuvo a la altura de la tarea que le fue confiada. Así, para destacarse claramente de éste último, los norteamericanos renombraron su asociación, llamándola a partir de entonces “The Philosophers of Nature”. Constatando que el espíritu de fraternidad y el espíritu de tolerancia que habían reinado al interior de la Asociación se habían degradado, y que algunos miembros habían sido infieles a su ética, Jean Dubuis sintió que ya no podía aprobar sus actividades. Así, después de un conflicto interno muy duro, decidió disolverla. La Asociación “Les Philosophes de la Nature” ya no existe. Lo único que queda de ella son los cursos y escritos diversos que Dubuis había publicado en la revista de la Asociación (« Le Petit Philosophe de la Nature »).

Como gesto de solidaridad y de reconocimiento hacia Jean Dubuis, los norteamericanos también disolvieron su propia asociación.

 


Portae Lucis…

Sin embargo, Jean Dubuis nunca dejó de explorar las pistas que llevan hacía la Iniciación. Siempre defendió la idea que la finalidad esencial y última, tanto de la alquimia como de la Cábala, es progresar en el Sendero que lleva a la conciencia de uno mismo. De acuerdo con ese espíritu, la Iniciación, para nosotros, los seres humanos, es el restablecimiento de comunicaciones conscientes con los niveles superiores de nuestro propio ser, representados por los Sefirot, los cuales son superiores al nivel material (« Malkuth »), hasta alcanzar el nivel de « Tiferet », que Jean Dubuis llama el « Maestro interior ». ».

Al mismo tiempo, pudo constatar hasta qué punto esas Vías tradicionales son extensas (y, en el caso de la alquimia, costosas). Así, continuó desarrollando un conjunto de ideas y métodos, algunos de los cuales ya habían sido anunciados y publicados en la revista « "Le Petit Philosophe" », y que brindan al estudiante la posibilidad de vislumbrar un progreso mucho más rápido. Ese cuerpo de enseñanza se cristalizó en un nuevo documento: "El Tratado experimental – La experiencia de la Eternidad" », que representa la cúspide de la enseñanza de Jean Dubuis. Se apoya sobre una versión modificada del Árbol de los Sefirot, presentada en el símbolo gráfico que Jean Dubuis llamó « Portae Lucis », y que sirve de soporte para los ejercicios de meditación propuestos en este nuevo método de progresión espiritual.

Varios antiguos miembros de los “Philosophes de la Nature” (L.P.N.) que se consideraban aún “alumnos” de Jean Dubuis, por el hecho de haber apreciado mucho su enseñanza y profundizado sus cursos, siguieron manteniendo contacto con él. Respetando ese espíritu de continuidad, en el transcurso de reuniones informales, nació la idea de fundar una nueva asociación, cuyo único papel sería el de difundir los escritos de Jean Dubuis lo más ampliamente posible. Esa asociación sin fines de lucro tomó el nombre luminoso que sintetiza perfectamente la enseñanza de Dubuis: « Portae Lucis ». Para tal fin, Jean Dubuis le transmitió a la Asociación la integralidad de sus derechos de autor.  


Ni gurú ni maestro…

Esas pocas palabras, pronunciadas a menudo por Jean Dubuis, expresan claramente su concepción de su misión:  :

Desocultar el conocimiento y transmitirlo en un espíritu de libertad; proponer una serie de herramientas para caminar en el sentido de la transformación del propio ser, siempre recordando que para comprender el Gran Libro de la Naturaleza se necesitan dos cosas: “un cerebro alerta y un corazón generoso”. Dubuis nos invita a que meditemos y trabajemos: « Ora et Labora ».

Así nunca dejó de citar el lema del Buda Gautama, haciéndolo figurar en la portada trasera de los fascículos de sus cursos:

No creas en nada, solo porque alguien
te haya enseñado el testimonio escrito de algún antiguo sabio.
No creas en nada por la autoridad de sacerdotes o maestros.
Pero aquello que estará de acuerdo con tu experiencia,
y después de un estudio profundizado, satisfará tu razón y tenderá hacia tu bien,
eso sí podrás aceptarlo como verdadero y orientar tu vida en esa dirección.